miércoles, 13 de junio de 2012

CARLOS REVELO

"QUIERO MOSTRAR EL ROSTRO DE LA SENCILLA Y ANÓNIMA"

Él es un caminante de las calles capitalinas, el visitante de esos rincones que no dan indicio de regeneración, el que encuentra la identidad y el universo mismo en el rostro del habitante anónimo de la ciudad. Si hace 20 años Revelo expresaba esa ciudad a través de un arte neofigurativo y neoexpresionista (en el 93 ganó el Mariano Aguilera, con ‘Interior’), sus búsquedas y necesidades fueron mutando hacia el realismo y el hiperrealismo. 

En ese proceso se entrecruzan bajones anímicos, viajes a Miami y Los Ángeles, estadías en España, contactos con la pintura de Antonio López y de Claudio Bravo... y el regreso a Quito. El regreso para descubrir la topografía, la calle y el bache, para mirarse hacia dentro. Ese camino hacia el realismo y lo figurativo le ha granjeado más de una crítica de sus colegas; pero él se mantiene en ello repensando su oficio y las temáticas que trabaja. Ahora dice no atarse a nada, ni a estilos ni a técnicas ni a tendencias... dejar que el arte fluya. Eso sí, se mantiene dentro de la pintura. 

Carlos ve al espacio bidimensional de la pintura como contemporáneo; para él, el video, el performance, la instalación no son imprescindibles en este momento. Incluso adivina facilismo en algunas de esas búsquedas. En ‘Rostros’ se siente al pincel haciendo piel y arrugas, sombras y vellosidades, pero la mayor expresividad no radica en el gesto sino en la mirada: son ojos que interpelan y que reflejan al observador. La mayoría no lleva nombre son solo rostros, como las caras que pasan y se desvanecen en las paradas del autobús, en las plazas y los bulevares. Se halla en ello, además, una relación con la marginalidad. Hay otros que sí llevan nombre, son los rostros de sus amigos, de su familia. Por eso esta muestra es también íntima.
Él es un caminante de las calles capitalinas, el visitante de esos rincones que no dan indicio de regeneración, el que encuentra la identidad y el universo mismo en el rostro del habitante anónimo de la ciudad. Si hace 20 años Revelo expresaba esa ciudad a través de un arte neofigurativo y neoexpresionista (en el 93 ganó el Mariano Aguilera, con ‘Interior’), sus búsquedas y necesidades fueron mutando hacia el realismo y el hiperrealismo. En ese proceso se entrecruzan bajones anímicos, viajes a Miami y Los Ángeles, estadías en España, contactos con la pintura de Antonio López y de Claudio Bravo... y el regreso a Quito. El regreso para descubrir la topografía, la calle y el bache, para mirarse hacia dentro. Ese camino hacia el realismo y lo figurativo le ha granjeado más de una crítica de sus colegas; pero él se mantiene en ello repensando su oficio y las temáticas que trabaja. Ahora dice no atarse a nada, ni a estilos ni a técnicas ni a tendencias... dejar que el arte fluya. Eso sí, se mantiene dentro de la pintura. Carlos ve al espacio bidimensional de la pintura como contemporáneo; para él, el video, el performance, la instalación no son imprescindibles en este momento. Incluso adivina facilismo en algunas de esas búsquedas. En ‘Rostros’ se siente al pincel haciendo piel y arrugas, sombras y vellosidades, pero la mayor expresividad no radica en el gesto sino en la mirada: son ojos que interpelan y que reflejan al observador. La mayoría no lleva nombre son solo rostros, como las caras que pasan y se desvanecen en las paradas del autobús, en las plazas y los bulevares. Se halla en ello, además, una relación con la marginalidad. Hay otros que sí llevan nombre, son los rostros de sus amigos, de su familia. Por eso esta muestra es también íntima.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://elcomercio.com/cultura/Carlos-Revelo-realismo-rostros-ciudad_0_611938884.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

Él es un caminante de las calles capitalinas, el visitante de esos rincones que no dan indicio de regeneración, el que encuentra la identidad y el universo mismo en el rostro del habitante anónimo de la ciudad. Si hace 20 años Revelo expresaba esa ciudad a través de un arte neofigurativo y neoexpresionista (en el 93 ganó el Mariano Aguilera, con ‘Interior’), sus búsquedas y necesidades fueron mutando hacia el realismo y el hiperrealismo. En ese proceso se entrecruzan bajones anímicos, viajes a Miami y Los Ángeles, estadías en España, contactos con la pintura de Antonio López y de Claudio Bravo... y el regreso a Quito. El regreso para descubrir la topografía, la calle y el bache, para mirarse hacia dentro. Ese camino hacia el realismo y lo figurativo le ha granjeado más de una crítica de sus colegas; pero él se mantiene en ello repensando su oficio y las temáticas que trabaja. Ahora dice no atarse a nada, ni a estilos ni a técnicas ni a tendencias... dejar que el arte fluya. Eso sí, se mantiene dentro de la pintura. Carlos ve al espacio bidimensional de la pintura como contemporáneo; para él, el video, el performance, la instalación no son imprescindibles en este momento. Incluso adivina facilismo en algunas de esas búsquedas. En ‘Rostros’ se siente al pincel haciendo piel y arrugas, sombras y vellosidades, pero la mayor expresividad no radica en el gesto sino en la mirada: son ojos que interpelan y que reflejan al observador. La mayoría no lleva nombre son solo rostros, como las caras que pasan y se desvanecen en las paradas del autobús, en las plazas y los bulevares. Se halla en ello, además, una relación con la marginalidad. Hay otros que sí llevan nombre, son los rostros de sus amigos, de su familia. Por eso esta muestra es también íntima.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://elcomercio.com/cultura/Carlos-Revelo-realismo-rostros-ciudad_0_611938884.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Él es un caminante de las calles capitalinas, el visitante de esos rincones que no dan indicio de regeneración, el que encuentra la identidad y el universo mismo en el rostro del habitante anónimo de la ciudad. Si hace 20 años Revelo expresaba esa ciudad a través de un arte neofigurativo y neoexpresionista (en el 93 ganó el Mariano Aguilera, con ‘Interior’), sus búsquedas y necesidades fueron mutando hacia el realismo y el hiperrealismo. En ese proceso se entrecruzan bajones anímicos, viajes a Miami y Los Ángeles, estadías en España, contactos con la pintura de Antonio López y de Claudio Bravo... y el regreso a Quito. El regreso para descubrir la topografía, la calle y el bache, para mirarse hacia dentro. Ese camino hacia el realismo y lo figurativo le ha granjeado más de una crítica de sus colegas; pero él se mantiene en ello repensando su oficio y las temáticas que trabaja. Ahora dice no atarse a nada, ni a estilos ni a técnicas ni a tendencias... dejar que el arte fluya. Eso sí, se mantiene dentro de la pintura. Carlos ve al espacio bidimensional de la pintura como contemporáneo; para él, el video, el performance, la instalación no son imprescindibles en este momento. Incluso adivina facilismo en algunas de esas búsquedas. En ‘Rostros’ se siente al pincel haciendo piel y arrugas, sombras y vellosidades, pero la mayor expresividad no radica en el gesto sino en la mirada: son ojos que interpelan y que reflejan al observador. La mayoría no lleva nombre son solo rostros, como las caras que pasan y se desvanecen en las paradas del autobús, en las plazas y los bulevares. Se halla en ello, además, una relación con la marginalidad. Hay otros que sí llevan nombre, son los rostros de sus amigos, de su familia. Por eso esta muestra es también íntima.

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PABLO CARDOSO

BIOGRAFÍA


Pablo Cardoso (Cuenca, 1965). Su obra propone un diálogo crítico entre pintura y fotografía, haciendo énfasis en la línea que separa el documento de la ficción. Frecuentemente pinta escenas referidas a espacios de transición o indefinición, pasajes geográficos que también entrañan pasajes de cambio existencial, como las transformaciones del mundo de las apariencias y las evidencias merced al paso del tiempo, los viajes o travesías, los espacios liminares, los umbrales o los sitios de tránsito como carreteras y andenes. Ha representado al Ecuador en las bienales de Cuenca, La Habana, San Pablo, Venecia, y “The (S) Files 007”, Museo del Barrio, Nueva York. En 2005 obtuvo la beca Pollock-Krassner y en 2007 el reconocimiento del CIFO Commissions Program. Vive y trabaja en Cuenca.

 
"DE LAGO AGRIO A SOUR LAKE" ,LA RUTA ESTÁ VIGENTE

En este marco, la exposición denominada ‘Lago Agrio - Sour Lake’ invita a ver la Amazonía como un telón de fondo, donde el protagonista es una botella de agua producida, que viaja desde Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, hacia Sour Lake, Hardin County, Texas-Estados Unidos. Si bien la distancia que separa estos dos puntos geográficos es de miles de kilómetros, ambos lugares poseen algo en común: territorios con gran cantidad de petróleo y con experiencias similares que involucran la presencia de Texaco.

Esta propuesta documenta en 120 pequeñas pinturas el viaje de este pequeño frasco, que contiene una muestra de agua contaminada, tomada directamente del primer pozo de Texaco en todo el Amazonas, instalado en la población ecuatoriana de Lago Agrio. Esta ciudad en medio de la vegetación, que actualmente cuenta con casi 60 mil habitantes, inicia su historia como campamento de la petrolera, obteniendo su nombre del ahora minúsculo pueblo de Sour Lake en Texas, donde se desarrolla no solo la Texas Company (Texaco) sino también otras petroleras emblemáticas como Chevron, Gulf y Mobil.